martes, 22 de mayo de 2012

Reflexión de Bienvenida

Estimados amigos:


ACDE es una asociación civil sin fines de lucro fundada en Argentina en el año 1952 por el empresario en proceso de beatificación Enrique Shaw. Su misión es nuclear a los empresarios y dirigentes de empresa que quieran inspirar su acción en valores éticos en general y de la filosofía social cristiana en particular. Desde Córdoba integramos la Federación de Asociaciones a nivel nacional y la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa (UNIAPAC).

La Comisión Directiva de ACDE acompañada por un
grupo de empresarios se reúne con Monseñor Carlos Ñañez,
Arzobispo de Córdoba en Diciembre del 2011
Hay cuatro principios centrales que sostenemos y que hoy tienen inusitada actualidad como son el de subsidiariedad, el del empresario “indirecto”, las bases de la verdadera justicia social y el papel clave de la empresa y del empresario.

La pobreza e indigencia, tanto en América Latina como en Argentina, constituyen la cuestión central a resolver como centro de la justicia distributiva del proceso económico. La solución genuina debe basarse en inversiones, trabajo y empleo y no en asistencialismo. De ahí la importancia del empresario dentro de reglas de juego de largo plazo estables.

Ante una realidad económico-social compleja, con un amplio desarrollo del intervencionismo estatal y relativizada la presencia de las sociedades intermedias y del empresario, el principio de subsidiariedad surge como una idea central para reconstruir la sociabilidad y fortalecer la participación.

El principio de la función subsidiaria lleva a esclarecer la relación entre el Estado, las empresas y las sociedades intermedias. Primero, debe darse una política económico-social que promueva la iniciativa de las personas, cooperativas, pymes, empresas en general, regiones, etc. con un papel del Estado que supla, fomente, estimule, ordene y complete la acción de las sociedades menores.

Como segundo aspecto a destacar de la subsidiariedad, debe darse un elemento objetivo, en base al cual se repartan las obligaciones, funciones y responsabilidades entre los distintos niveles sociales y, a su vez, esta división debe ser estable en el tiempo y surgir de un acuerdo maduro y participativo en la sociedad en su conjunto.

En este contexto, adquiere relevancia la idea respecto al “empresario indirecto” y al “empresario directo”. Para que opere, en la práctica, una forma objetiva de distribución de funciones en el campo económico-social, el “empresario indirecto”, conformado principalmente por el Estado y, además, por las instituciones intermedias que inciden en la organización de la producción, básicamente los sindicatos pero no solamente ellos, deben definir políticas de largo plazo, estables y sustentables, que permitan al “empresario directo” (personas, empresas, cooperativas, etc.)  invertir, producir y emplear mano de obra, en base al riesgo, generando legítimamente excedentes que le permitan sostener el crecimiento de la producción y el empleo. 

El “empresario indirecto” y el “empresario directo” deben consensuar la política económica y social de largo plazo junto al resto de la sociedad, en forma madura y participativa, por vía de las instituciones sociales que vertebran el dialogo y el consenso. De aquí el papel clave de las instituciones políticas.

Toda la acción del empresario debe responder a una obligación primaria como es consolidar la fuente de producción y trabajo y hacerla crecer, respondiendo a valores éticos que lleven a un ambiente de justicia y paz social. Estas acciones se verán facilitadas por las reglas de juego de largo plazo que fije la sociedad. Las experiencias internacionales muestran la necesidad de acordar criterios de conducta, sociales y privados, que encuadren y fijen premios y regulaciones para los titulares de los factores productivos,  que tiendan a garantizar el logro del bien común de la sociedad.

Por ello, ACDE Córdoba, propone trabajar en dos campos complementarios, como son el de un necesario código de conducta para la acción productiva de los sujetos públicos y privados y, paralelamente, apoyar el desarrollo de una ética acorde a la responsabilidad transformadora del empresario, comprometido con sus objetivos de inversión, producción y empleo, pero, a su vez, pieza importante en el entramado social que lleva a resolver el problema económico con equidad social.

Ante la realidad mundial y nacional desde ACDE Córdoba sostenemos la visión de un empresario capaz de organizar la producción apoyada en valores, que compatibilice sus legítimos intereses con el bien común y que esta conducta ética se convierta en un factor competitivo y de valor agregado. A su vez debe ser un sujeto activo, por medio de las entidades empresarias, a fin de lograr consensos con el Estado y el resto de la sociedad, que lleven a una mayor producción y empleo con justicia distributiva. Es nuestra tarea la de tender puentes, en este sentido, para que los emprendedores encuentren un canal para canalizar sus inquietudes y su testimonio.
Cordialmente,

Carlos Kesman
Presidente de ACDE Córdoba