Presentación

PAUTAS PARA LA DEFINICIÓN DE UNA
ESCALA DE VALORES
PARA LA ACTIVIDAD EMPRESARIA


Por Carlos Vido Kesman
Presidente de Acde Córdoba


Con el objetivo de avanzar en la definición de pautas que sirvan para establecer una escala de valores que orienten la actividad empresaria dentro de principios éticos, se toma como base el documento de APARECIDA. 

Para ello se clasifican sus principios en dos grupos.  Uno referido a la actividad económico-social en general y, otro, referido específicamente a la actividad dirigida a la organización de la producción a cargo de sujetos sociales privados, cooperativos, asociaciones comunitarias, y múltiples formas de apropiación no estatal de los recursos productivos.

A partir de esta clasificación, se ha dividido el análisis en capítulos o áreas temáticas que explican el alcance y sentido de los valores que, en una etapa posterior, se especificarán en forma de proposiciones o expresiones sintéticas que serán presentadas como el marco ético de la actividad empresaria.

Como método, se respetan los contenidos básicos del documento de APARECIDA, pero, ordenándolos en forma libre en función del objetivo propuesto y realizando conectivos y complementaciones con principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

El análisis del presente documento se basa íntegramente en el Documento preparado para los empresarios e instituciones participantes en el segundo desayuno de trabajo de ACDE Córdoba realizado en la sede de OSDE el miércoles 28 de Septiembre de 2011, bajo el título “V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE”.

Paralelamente, para lograr una visión completa de los contenidos, debe tenerse en cuenta el documento preparado para el primer desayuno de trabajo de ACDE Córdoba bajo el título “EL EMPRESARIO EN LA ARGENTINA DEL SIGLO XXI”.


I.- OBJETIVO DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA


I.1.- El objetivo de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no sólo cuantitativos sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la cual vive y trabaja.

I.2.- Sin valores no hay futuro.  Las meras estructuras organizativas han demostrado su fragilidad. El testimonio decidido por lograr un mundo más justo, debe despertar en la sociedad las fuerzas espirituales necesarias para el desarrollo de valores sociales.

I.3.- Todo proceso de desarrollo implica la promoción humana integral, material y espiritual, sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad: el objetivo del dominio de la naturaleza para la producción de bienes  y servicios, no debe reducirse a aspectos sólo materiales, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre.

Solamente así las estructuras serán realmente más justas, podrán ser eficaces y sostenerse en el tiempo.

II.- JUSTICIA DISTRIBUTIVA

II.1.- El mundo ha sido creado para todos, para los de las generaciones presentes y futuras.

II.2.- Por ello, la explotación del mundo material debe respetar, como principios centrales, el destino universal de los bienes y las exigencias de solidaridad intergeneracional.  Como consecuencia, implica respetar un principio de justicia distributiva y aceptar el requisito del desarrollo ecológicamente sustentable en la acción productiva.

II.3.- En esta concepción, basada en el principio del derecho al uso común de los bienes de la tierra, el hombre debe poder extraer por medio de la organización de la producción, los bienes y servicios que permitan no solamente su subsistencia, sino su desarrollo integral como persona.

II.4.- Por lo tanto, tal como lo planteara Juan Pablo II, la paz en el mundo surgirá como consecuencia de lograr relaciones justas entre los hombres y, dentro de ello, el acceso de todos a los bienes de la creación, se constituirá en una señal evidente de la presencia de la justicia distributiva y de defensa de los excluidos ante intolerables desigualdades sociales y económicas.

III:- VERDADERA JUSTICIA SOCIAL
III.1.- La justicia distributiva como base del desarrollo integral del hombre debe basarse en la búsqueda de una verdadera justicia social, que vaya elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos como sujetos de su propio desarrollo.  No debe crear círculos viciosos basados en el asistencialismo que sean funcionales a un sistema económico que no personaliza y libera integralmente al hombre.

III.2.- De todos modos y paralelamente a los esfuerzos por lograr una justicia distributiva, debe desarrollarse la solidaridad como principio estable que ayude a cubrir los derechos de los más vulnerables y excluidos, privilegiando el acompañamiento en sus esfuerzos por ser sujetos de cambio y transformación de su situación.

III.3.- En la actual sociedad globalizada y mediática, sucede que se defienden demasiado los espacios de privacidad y disfrute, desarrollándose en extremo el consumismo individualista que tiene como contracara a los pobres y excluidos.

II.4.- Ante esta cruda realidad de la pobreza extrema junto al consumismo individualista, toda opción por los pobres corre el riesgo de quedarse en un plano teórico o meramente emotivo, dando respuestas parciales asistencialistas y sin lograr una adecuada incidencia en los comportamientos y decisiones sociales.

III.5.- Por lo tanto, adoptar una opción preferencial por los pobres, hace necesaria una actitud permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos y, sobre todo, evite toda actitud parternalista, buscando desde los pobres y excluidos, la transformación de su situación. La clave es superar el asitencialismo y hacer a los pobres artífices de su propio desarrollo.

II.6.- Ante este desafío, las políticas públicas en materia de educación para superar el analfabetismo escolar y tecnológico y la presencia activa de las empresas creando empleos  productivos bien remunerados, constituyen aspectos relevantes.

IV.- LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA ES LA BASE DEL FUTURO CON VALORES

IV.1.- En la búsqueda de las orientaciones necesarias para la acción que surgen del principio del destino universal de los bienes de la tierra y de la injusticia que se observa a partir de la pobreza extrema, una fuente segura a la cual recurrir es la Doctrina Social de la Iglesia. La misma contiene los preceptos morales a tener en cuenta para la actividad humana dedicada a resolver el problema económico y social.

IV.2.- Ante la compleja y difícil situación de la sociedad mundial y local y el desafío de encontrar valores que orienten al hombre de hoy en una realidad que ha traído aparejada una crisis de sentido, la Doctrina Social de la Iglesia es capaz de suscitar  esperanza en medio de las situaciones más difíciles.

IV.3.- El Documento de APARECIDA enfáticamente dice que “sin valores no hay futuro” y que las estructuras salvadoras no existen.  Lo que  acontece con la crisis mundial iniciada en el 2008-2009 y la situación actual de la sociedad global así lo demuestra.

IV.4.- Luego, la Doctrina Social de la Iglesia es una fuente de esperanza, que implica cambios profundos en los valores que afectan a la actividad económica a partir de su concepción del hombre integral, con destino de trascendencia, y el principio del uso común de los bienes de la creación.

Esta verdad es la clave para el desarrollo de los pueblos.

IV.5.- Ante un mundo con intolerables desigualdades sociales y económicas, se impone una preocupación preferente por los pobres y excluidos.  Esta observación lleva a prestar especial atención a aquellos que fomentan el empleo y a los políticos que deben crear las condiciones para el desarrollo económico de los países.

IV.6.- Debemos ser crudos y realistas ratificando una proposición del documento de Aparecida: “…No cabe duda de que la Doctrina Social de la Iglesia es capaz de suscitar esperanza en medio de las situaciones más difíciles, porque, si no hay esperanza para los pobres no la habrá para nadie, ni siquiera para los llamados ricos”.  Por ello es fundamental identificar la estructura de valores que nos permitirán transitar el mundo actual y futuro con justicia y paz.

V.- LA EMPRESA

V.1.- El dominio de la naturaleza y la producción de bienes y servicios para ponerlos al alcance de todos los hombres, debe ser rescatado como el centro de la lucha contra la pobreza. Esto lleva a prestar especial atención, en cuanto a la ética y valores, a aquellos sujetos sociales que fomentan y crean empleo productivo en forma de empresas y a los políticos que deben crear las condiciones para el desarrollo.

V.2.- Por ello, el dominio de la naturaleza no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y servicios.  Al contrario, la pura acumulación, aún cuando fuese en pro del bien común, no es una condición suficiente para la realización de una auténtica felicidad humana.  Así se plantea, valorativamente, la necesidad de diferenciar entre crecimiento y desarrollo.

V.3.- En este contexto, la empresa está llamada a prestar una contribución relevante en la sociedad, asumiendo su responsabilidad privada de ser eficiente y competitiva, pero asumiendo este compromiso, por medio de la llamada responsabilidad social empresaria, en la perspectiva del desarrollo humano integral.

V.4.- Basados en el principio de subsidiariedad, el “empresario indirecto” debe establecer reglas de juego estables de largo plazo que faciliten el cálculo económico y la organización de empresas, tanto en cuanto a las condiciones macroeconómicas, como en materia de crédito, tasas de interés, riesgo cambiario, costos laborales y previsionales,  la variación de precios de los insumos y el grado de apertura económica.

V.5.- La presencia de múltiples formas de apropiación privada y social no estatal, como respuesta de los grupos intermedios y de la sociedad civil a crear riqueza y empleo productivo, necesita superar la fragilidad económica y financiera que la pequeña y meiana escala productiva deben afrontar ante la inestabilidad de las reglas de juego de la sociedad, y la falta de una política deliberada que facilite su creación y desarrollo.

V.6.- Un efecto negativo grave que provoca la falta de condiciones macroeconómicas suficientes para la operación de las empresas pequeñas y medianas, es la precariedad del empleo que pueden ofrecer.

V.7.- Sin una política específica de los Estados a formar y desarrollar pequeñas y medianas empresas, se corre el riesgo de que las economías de los grandes consorcios termine por imponerse como única forma determinante de la dinámica económica.

V.8.- Es por ello que Benedicto XVI en su Encíclica “La Caridad en la Verdad” expresa que, cuando el Estado y el mercado se ponen de acuerdo, se corroe la sociabilidad, al no existir condiciones para una participación amplia de los grupos intermedios en las oportunidades de la economía, consolidándose las empresas estatales y los grupos corporativos de gran tamaño.

VI.- EL EMPRESARIO

VI.1.- El Documento de Aparecida, refiriéndose en particular al empresario expresa: “Alabamos a Dios por los talentos, el estudio y la decisión de hombres y mujeres para promover iniciativas y proyectos generadores de trabajo y producción, que elevan la condición humana y el bienestar de la sociedad”.

VI.2.- La actividad empresaria así se transforma en una condición necesaria para el progreso y el bienestar pero, valorativamente, debe reunir varios requisitos cualitativos que se derivan del derecho  al uso común de los bienes de la tierra, destinados a todos los hombres, y del cumplimiento de la justicia distributiva, que va más allá de los alcances de la justicia conmutativa(contractual).

VI.3.- Por ello, la actividad empresarial es buena y necesaria cuando respeta la dignidad del trabajador, el cuidado del medio ambiente y se ordena al bien común.  Se pervierte cuando, buscando sólo el lucro, atenta contra los derechos de los trabajadores y la justicia.

VI.4.- Alentamos a los empresarios que dirigen las grandes y medianas empresas y a los microempresarios, como a los agentes económicos de la gestión productiva y comercial, tanto del orden privado como comunitario:

a)      Por ser creadores de riqueza en nuestras naciones.

b)      Cuando se esfuerzan en generar empleo digno.

c)      Al facilitar la democracia.

d)     Realizar acciones para promover la aspiración de una sociedad justa.

e)      Cuando apoyan una convivencia ciudadana con bienestar y paz.

f)       A los que invierten su capital en aumentar la producción y crear fuentes de trabajo.

g)      A los que no invierten sus excedentes en acciones especulativas.

h)      A los que se preocupan por sus trabajadores, considerando a ellos y a sus familias la mayor riqueza de la empresa.

i)        A los emprendedores que viven modestamente, por haber hecho de la austeridad un valor inestimable que contribuye a la creación de excedentes reproductivos.

j)        Por su colaboración con los gobiernos en la preocupación y el logro del bien común.

k)      Por prodigarse en obras de solidaridad y atención de los excluidos.

VI.-5.- Debido a su múltiple función en la sociedad y al papel clave que cumple como vértice en la asignación de recursos, existen variados aspectos de los cuales el empresario no puede desentenderse y debe ser sujeto activo por medio de sus instituciones empresariales:

a)      Sensibilizar respecto a las grandes cuestiones de la justicia internacional.

b)      Apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política.

c)      Colocar como prioridad la creación de oportunidades económicas para sectores de la población tradicionalmente marginados.

d)     Trabajar por una cultura de la responsabilidad a todo nivel que involucre a personas, empresas, gobierno y al sistema internacional.

e)      Trabajar por el bien común global promoviendo una justa regulación de la economía, finanzas y comercio mundial.

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